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La Antigua Ciudad de Jerusalén: Un Tesoro Vivo de la Historia
Jerusalén no es solo una ciudad; es una tapeztería de historias, un mosaico de culturas y un crisol de religiones. En el corazón de esta metrópolis milenaria se encuentra la Ciudad Vieja, un lugar que, pese a abarcar apenas un kilómetro cuadrado, contiene más historia y espiritualidad que casi cualquier otro lugar en la Tierra. Caminar por sus callejuelas adoquinadas es recorrer un camino trazado por innumerables peregrinos, reyes, conquistadores y ciudadanos comunes a lo largo de más de tres mil años.
Las Puertas de la Historia: Los Portales a la Ciudad Vieja
La Ciudad Vieja está rodeada por una muralla construida por el sultán Suleimán el Magnífico en el siglo XVI, y se accede a ella a través de varias puertas, cada una con su propia historia y carácter. La Puerta de Jaffa, la Puerta de Damasco, la Puerta de los Leones, la Puerta de Sión, la Puerta de Herodes, la Puerta Nueva y la Puerta de Oro, esta última sellada y envuelta en leyendas, son más que simples entradas; son los umbrales a distintas épocas y narrativas de Jerusalén.
El Cuartel General de las Tres Grandes Religiones Monoteístas
La Ciudad Vieja está dividida en cuatro barrios distintos: judío, musulmán, cristiano y armenio, cada uno aportando su propia esencia a la diversidad de Jerusalén. El Barrio Judío: Aquí se encuentra el sagrado Muro de las Lamentaciones, último vestigio del Segundo Templo y el sitio más sagrado del judaísmo. Los visitantes vienen a orar y dejar notas con plegarias entre sus antiguas piedras. El Barrio Musulmán: El bullicioso corazón de la Ciudad Vieja, con sus mercados vibrantes y la majestuosa Cúpula de la Roca y la Mezquita de Al-Aqsa, ambos ubicados en el Monte del Templo, lugares de gran significado para el Islam. El Barrio Cristiano: Lugar de la Vía Dolorosa, el camino que, según la tradición, Jesús recorrió llevando la cruz hasta el lugar de su crucifixión, el Santo Sepulcro, un lugar sagrado para el cristianismo. El Barrio Armenio: Menos conocido pero igualmente rico en historia, alberga una de las comunidades armenias más antiguas del mundo y su impresionante Catedral de San Jacobo.
Un Paseo por la Historia y la Espiritualidad
Recorrer la Ciudad Vieja de Jerusalén es como caminar a través de un libro de historia vivo. Desde el Cardo, una de las principales calles romanas y bizantinas que aún se pueden ver hoy, hasta las estrechas callejuelas del zoco, cada paso revela capas de historia. El Muro de las Lamentaciones: No hay que perderse una visita al Muro de las Lamentaciones al atardecer, cuando el sol baña las piedras en tonos dorados y las oraciones se elevan en el aire. La Iglesia del Santo Sepulcro: Un sitio de peregrinación continua, donde se puede experimentar la mezcla de devoción y tradición de las denominaciones cristianas que custodian el templo. El Monte del Templo: Visitar el Monte del Templo requiere sensibilidad y respeto por su importancia para el judaísmo y el islam, y su acceso está restringido en ciertos momentos. El Zoco: Un laberinto de comercios que ofrece desde especias y textiles hasta antigüedades y joyería, es el lugar perfecto para encontrar un recuerdo único de Jerusalén.
Datos Interesantes de la Ciudad Vieja de Jerusalén
Un Patrimonio de la Humanidad: La Ciudad Vieja de Jerusalén es un sitio del Patrimonio Mundial de la UNESCO, reconocido por su valor histórico y cultural universal. La Puerta de Oro: Según varias tradiciones, esta puerta sellada es por donde entrará el Mesías. Por eso, muchos judíos la consideran de gran importancia espiritual. La Cúpula de la Roca: El impresionante edificio dorado no es una mezquita, sino un santuario que protege la piedra desde la cual se cree que Mahoma ascendió a los cielos. La Vía Dolorosa: Su recorrido actual no es definitivo y ha cambiado varias veces a lo largo de los siglos según las interpretaciones de las estaciones de la cruz.
Conclusión: La Ciudad Vieja, un Microcosmos del Mundo
La Ciudad Vieja de Jerusalén es más que un conjunto de antiguos edificios y calles; es un microcosmos de la humanidad. Sus piedras han visto el amor y la guerra, la fe y la traición, la creación y la destrucción. Visitarla es realizar un peregrinaje personal, independientemente de la fe o el trasfondo cultural de uno. Es explorar un lugar donde cada esquina cuenta una historia, cada muralla guarda secretos y cada piedra ha sido tocada por la historia. En sus calles, se oye el eco de las tres grandes religiones monoteístas del mundo, y se siente la presión del tiempo en las capas de historia que se superponen. Jerusalén y su Ciudad Vieja son un testimonio del pasado, un espejo del presente y un puente hacia el futuro. Visitar la Ciudad Vieja de Jerusalén es, en muchos sentidos, viajar al alma misma de la humanidad, un viaje que cada persona debería experimentar al menos una vez en la vida.